Cuando hay marcada una inflamación de un tendón hablamos de tendinitis. No en vano las lesiones del gemelo y tendón de Aquiles son de las más serias para el corredor.
Si son tratadas tarde o incorrectamente pueden cortar definitivamente cualquier trayectoria deportiva. La mayoría de de los estudios biomecánicos que han tratado esta vulnerabilidad, hablan de pobre riego sanguíneo que posee el tendón propiamente dicho. No hay realmente una fascia o cubierta que proteja el tendón, lo que existe es una zona peritendinosa a su alrededor que acapara la mayoría del riego de sangre. También se sabe que al estirar un tendón, la tensión aumenta tanto que reduce o estrangula el suministro sanguíneo, recuperando su normalidad al desaparecer dicha tensión. La carrera a pie produce un estrés tendinoso adicional: los múltiples choques que se realizan contra el suelo, debiendo ser obligatoriamente neutralizados por esta fuerte estructura.
En la parte posterior de la pierna visionamos dos grandes cuerpos musculares que son los gemelos o gastrocnemios. Y más profundo (fácilmente palpable en los bordes laterales) el músculo sóleo, que hace de bandeja a los dos gemelos, a los que se une conformando un tríceps que es recibido por el fuerte tendón, a modo de cuerda, para bajar por detrás del talón y fijarse al calcáneo del pie. El musculo sóleo nos permite bajar a la posición de puntillas, y los gemelos ayudan también a levantarnos.
De fulcro (punto de apoyo de la palanca) hace el tobillo, transmitiendo la fuerza a los músculos gemelares hasta el frente del pie. Es una estructura tan robusta y eficaz que permite fuerzas muy superiores al propio peso corporal. Por otra parte, los gemelos actúan también como frenos, controlando el movimiento durante la carrera, estabilizando el tobillo y permitiendo plantar al corredor su otro pie antes de caerse, pero al tocar el talón en el suelo, se forman microtraumas dentro del tendón; y al estirarse, los gemelos trabajan en sentido inverso para estabilizar igualmente la rodilla.
Las circunstancias más frecuentes que conducen a la tendinitis aquilea son: Hombre mayor de 40 años (mayor rigidez y menor riego), tendones estrechos y gemelos o tendones cortos, sobreestiramiento o falta de estiramiento constante, pie con el arco plantar alto y rígido, pronación excesiva del pie, por arqueo anormal del tendón, disbalance pélvico, terreno desigual o pesado, hacer cuestas cuando es evidente la sobrecarga o rigidez en los gemelos, zapatillas con poco talón o tallas más grandes, hacer muchos kilómetros demasiado pronto (principiantes), hacer de repente mucho entrenamiento de calidad, competiciones por asfalto y series rápidas (en tartán) muy seguidas.
La tendinitis aguda es inconfundible pues presenta un tendón inflamado, doloroso al andar, caliente y quizás colorado. El dolor y la rigidez son mayores al levantarse por las mañanas. La hinchazón permanece alrededor del tendón, coincidiendo con dolor difuso que aumenta a la palpación (se puede coger el tendón a modo de pinza con el dedo pulgar y el índice, y nos conseguimos moverlo a los lados sin producir dolor). La zona con mayor posibilidad de rotura es el tercio medio de la pierna, por debajo de la unión músculo-tendón, por ello debemos bajar el entrenamiento o reposar si observamos dolor o limitación aquí. Para descartar que el tendón esté roto, se sitúa al corredor boca abajo. Presionando suavemente el gemelo hacía arriba el pie se mueve. En caso de rotura importante el pie queda prácticamente quieto. La zona más afectada por la inflamación y el dolor es la cubierta del tendón (paratendón) y no el tendón propiamente dicho. Si se mantiene muchos días esta afectación, se terminan formando adherencias o callos en las envolturas tendinosas, que hasta pueden limitar el movimiento del pie. A veces se nota dolor en la base del calcáneo, originando una irritación permanente que se siente incluso al andar despacio o rozar contra el suelo.
Como esta tendinopatía se asocia principalmente a desequilibrios de la biomecánica del pie, se supone que la normalización de esta última debe ser eficaz también para la curación. La mejor corrección se realiza con el uso de dispositivos ortopédicos (plantillas, taloneras) que reducirán la fuerza de tracción y torsión sobre el tendón, disminuyendo la pronación del antepié en carga y del talón en apoyo. Las zapatillas altas y los dispositivos para elevar el talón reducen la tracción sobre el tendón y su inserción. Si además, el material de que están hechos disipa la energía de forma que se atenúe la fuerza procedente de la extremidad durante el paso (antichoque) protegeremos la estructura musculo-esquelética y evitaremos tendinitis y otras alteraciones degenerativas como las fibrosis por inflamación repetida de la vaina del tendón.
La gran palanca que se forma ve aumentada su potencia por esta conexión del tendón hacia el calcáneo o hueso del talón. Como existen en el mercado numerosos tipos de material viscoelástico no será difícil encontrar uno que se adapte a nuestra personal forma del tendón y su inserción. El uso de taloneras de estos materiales actuará atenuando el impacto del talón en el suelo. Es sabido que este choque genera una onda de fuerza que es transmitida al hueso y a los tejidos blandos del pie y de la pierna, a la que sigue una segunda onda de contragolpe de menor amplitud. Los materiales viscoelasticos reducen la amplitud de las ondas y sus fuerza de golpe y contragolpe, reequilibrando la función muscular y manteniendo la estabilidad biomecánica de la zona.
A modo de tratamiento inicial, en primer lugar debemos reducir el edema y la inflamación, y para ello las técnicas más apropiadas son la aplicación de hielo, ultrasonidos, corrientes de baja frecuencia y masaje de descarga gemelar y tibial. Esta pauta la repetiremos 2-3 veces en la primera semana. Es conveniente guardar reposo, pues si alguna lesión merece descanso es esta. Es muy importante el reposo al menos durante una semana, especialmente si el dolor y la hinchazón son grandes. A veces es necesario no apoyar el pie, pero lo normal es poner al corredor un vendaje funcional taping incluso para las actividades de la vida diaria, evitando así, sobrecargar el tendón y la pierna. Durante esta semana es recomendable efectuar el estiramiento suave de toda la pierna, incidiendo en gemelos, soleos, peroneos y tibiales. Es mucho mejor realizarlos tumbado o sentado, pues de pie el control del tono muscular de estiramiento es peor y podemos pasarnos de tensión. Ya en la segunda semana, comenzamos a trotar suave, siempre con un vendaje funcional bien realizado, con zapatillas con buena amortiguación y uso de taloneras de descarga. Pasados 5 o 10 minutos ya podemos comprobar si hay molestias importantes, momento en el cual (si las hubiera) debemos cambiar el trote por un paseo ligero. En la tercera semana podríamos ya correr de forma continuada más de 30 minutos, pero mantendremos la precaución hasta dejar de sentir totalmente las molestias. En estas semanas, es conveniente aplicar un masaje diario de descarga gemelar y tibial, estiramientos suaves, efectuar pequeñas maniobras de desfibrosado (en caso de existir fibrosis o adherencias); aplicar frio al acabar de entrenar y al finalizar la jornada laboral (hasta 30 minutos preferiblemente con la pierna elevada) y el uso de algún antiinflamatorio vía oral homeopático. Sin lugar tanto el trote sugerido como el paseo a un ritmo rápido es conveniente hacerlo por terreno llano y no muy duro.
Juan A. Morenno