Es una costumbre relativamente común entre los deportistas de resistencia el consumo de antiinflamatorios no esteroideos (AINES) antes de las competiciones con el fin de incrementar su rendimiento. Los datos son claros. Un estudio realizado con atletas que habían competido en la super maratón de 160 kilómetros “The Western States Endurance Run”, en EEUU, se descubrió que muchos de estos corredores habían consumido ibuprofeno el día antes de la carrera (600 mg) y durante ésta (1200 mg), con la intención, según ellos, de prevenir dolores musculares durante el recorrido, para lograr un mejor resultado.
El lactato ha sido tradicionalmente el blanco de las iras y quejas de los atletas. Sin embargo, el lactato no es más que un elemento que siempre está presente en estados de fatiga.
¿Quién es entonces el causante de ese bloqueo muscular que sufre todo atleta en la recta final de un ejercicio de alta intensidad? El fosfato inorgánico (Pi).
¿Qué es el fosfato inorgánico y cómo actúa?
Me gustaría empezar haciendo hincapié en que la restricción de hidratos de carbono ha ayudado a muchas personas a perder grasa corporal y mejorar su salud metabólica. A pesar de que no funciona para todos, no hay duda de que la restricción de hidratos de carbono provoca la pérdida de grasa en muchas personas, quizás incluso más en las personas obesas. Para un subconjunto de las personas, los resultados pueden ser muy impresionante. Considero que es un hecho en este momento, pero eso no es lo que voy a discutir aquí.
El sistema respiratorio humano consiste, básicamente, en inhalar absorbiendo el oxigeno de la atmósfera y en exhalar expulsando los residuos de dióxido de carbono. Al correr, adaptamos nuestro ritmo, frecuencia y volumen de oxígeno ingerido y expulsado, para acomodar el sistema a las necesidades que nos genere la situación, ya que los pulmones trabajarán de manera más intensa para que el organismo pueda absorber todo ese oxígeno de forma eficaz.