Las investigaciones más recientes se centran en conocer y frenar las alteraciones que genera el sobreesfuerzo sobre las defensas del organismo.
La inmunología se está convirtiendo en la gran protagonista de las investigaciones más avanzadas en fisiología deportiva. Esta especialidad médica (estudia las defensas del organismo) está consiguiendo descifrar los códigos secretos de la fatiga y las alteraciones que produce el esfuerzo físico sobre los corredores con tal precisión que el futuro de las ciencias en el deporte (especialmente las referidas al deporte de resistencia) pasa por el conocimiento del sistema inmune de cada deportista. Las revistas de medicina deportiva están colmadas de palabras como linfocitos T y B, células NK, neutrófilos, interferon, antígenos de membrana leucocitaria…
La medicina del deporte parece estar invadiendo el terreno de la inmunología y viceversa. Desde hace unos años, los investigadores profundizan en un aspecto clave en los deportes de resistencia: las alteraciones que registran las células del sistema inmune del deportista después de que éste, realice sobreesfuerzos de intensidad submáxima y larga duración. En el caso del corredor de maratón de élite, con entrenamientos semanales que superan los 200 kilómetros o ciclistas, los médicos deportivos se esfuerzan en controlar lo que se considera la hiper-respuesta del organismo del deportista ante una excesiva demanda muscular. Se trata de disminuir los daños que la inflamación posterior al ejercicio provoca en el corredor y situar ese organismo en las mejores condiciones posibles de cara a un esfuerzo.
Leucocitosis
¿Qué sucede realmente en el sistema inmunitario tras un ejercicio de una elevada exigencia como puede ser una carrera de maratón o una etapa de ciclismo? A grandes rasgos, lo que se detecta es una importante movilización de leucocitos (glóbulos blancos) a la sangre periférica y una modificación de la función de los linfocitos, al menos de forma transitoria. En realidad, el aumento de leucocitos circulantes que se produce (un proceso que se conoce en hematología como desmarginación) con el ejercicio físico tiene lugar de forma inmediata, en los primeros minutos en que un corredor se ejercita a una intensidad moderada. Esta leucocitosis suele mantenerse hasta por lo menos quince minutos después del cese del ejercicio y se mantiene durante varias horas en un atleta que acaba de cruzar la meta de un maratón. En lo que se refiere a la función linfocitaria, no existe unanimidad entre los investigadores, pero la mayoría de los trabajos parecen describir un efecto supresor del ejercicio sobre las células T. Pormenorizando, existe una elevación marcada de las enzimas musculares y hepáticas. El profesor Álvarez de Mon en colaboración con el profesor Alfredo Córdova, han demostrado que hay modificaciones de la población de linfocitos y de células NK, que hay elevación de unas sustancias llamadas citoquinas y que existen activaciones anómalas celulares – parecidas a las que se dan en otras patologías autoinmunes - en muchos deportistas. El trastorno a veces es tan serio que sus consecuencias siempre se hacen notar. Cualquier ciclista, maratoniano o corredor de fondo, que tenga una analítica en la que haya serias alteraciones musculares y hepáticas está realmente enfermo, agotado, con fiebre, con una sensación de malestar indescriptible coincidente con estado de fatiga enorme.
Las últimas investigaciones se están centrando en desentrañar los mecanismos ocultos relacionados con esta movilización de leucocitos al torrente sanguíneo. Un estudio realizado por fisiólogos de la Universidad de Toronto y publicado en el International Journal of Sport Medicine ha determinado dos hechos incuestionables. Por un lado, la leucocitosis es proporcional a la concentración plasmática de las catecolaminas naturales (adrenalina, noradrenalina, dopamina), que aumentan – al igual que el cortisol - con la intensidad y duración del ejercicio físico. En segundo lugar, la leucocitosis parece ser inversamente proporcional al grado de entrenamiento previo debido a que un atleta bien entrenado se ve sometido a un menor grado de estrés durante el ejercicio.
El otro gran beneficio de la inmunomodulación se encuentra en la prevención de las enfermedades. La protección a largo plazo de ese mayor número de infecciones banales que suele existir en los deportistas de élite es fundamental para no interrumpir la preparación. Es un hecho probado que el sobreesfuerzo físico modifica la inmunidad deldeportista – según el profesor Alvarez de Mon, Catedrático de Medicina Interna de la Universidad de Alcalá de Henares -En concreto, los inmunomoduladores han demostrado la eficacia en la prevención de la gripe.
El futuro se centra en determinar con exactitud las medidas terapéuticas que eviten la aparición de complicaciones asociadas al deporte de alta competición y favorezcan la mejora del rendimiento físico de los corredores. Los inmunomoduladores pueden recuperar (y también prevenir) la inflamación y el daño tisular generado en ejercicios de resistencia. El uso de medicamentos como el inmunoferon (no incluido en las listas de productos prohibidos por dopaje) para estar muy extendido entre los deportista de alto rendimiento, especialmente en atletismo, ciclismo y triatlón.